Eramos una legión corriendo por las calles, yo y mis sombras que se escapaban de mi luz íbamos ocupando todo las aceras, las carreteras, los bares, discotecas, monumentos, iglesias, bancos, charcuterias y hasta en el metro. Estábamos disparados, sin poder poner freno, sembrando el pánico por donde pasábamos, sin contemplaciones, ni miramientos, una sombra opaca, sin recovecos, que se agigantaba y disminuía dependiendo del foco, que se reía de mí para luego agachar la cabeza y redimirse a mi presencia. Reventamos el espacio y a las personas, por no ser tan perfectos como yo y mi sombra imperecedera. Por avasallar nuestro territorio y por robarnos las cosas que son nuestras por ser de aquí, por intentar hacernos sombra, no tienen derecho a arrebatarnos nada, por eso seguiremos sembrando el pánico por donde quiera que pasemos...
Imagino que esto tiene que pasar por la cabeza de todos esos seres irracionales que hablan en pos de la verdad y del racismo
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