No, no digo que debemos dejar de hablar, si sabes que te quiero tanto que la distancia entre mis pulmones se hace tan pequeña que me engullo a mí mismo y me vuelvo una bola, tan suave como una madeja de lana para que tu juegues conmigo de la forma que más quieras.
Cuando me quedo callado no es porque esté pensando en lo complicado que es lo nuestro, es porque estoy sintiendo la distancia clavada en mi cabeza. Como un dolor que va mitigando con el tiempo y que sano con tu recuerdo. Que siempre es bonito. Pero no puedo evitar que durante al menos unos segundos al día quiera meter mi cabeza debajo de un edredón y desaparecer, o más bien aparecer a tu lado.
Porque sentirte te siento. Los latidos recorren distancias infranquebles, como verdaderos terremotos que sacuden mi conciencia y sé que tu corazón late. Igual que el mío, que con un susurro de tu boca sé que música está concentrando tu cabeza. Qué sonido palpita. Qué silencio se calla.
Por eso necesito que comprendas mi compleja manera de comportarme, de evitarme y de sentir..., porque a menudo necesito destruirme para crearme de nuevo. Necesito odiarme para quererme después, porque necesito tanto mi odio como mi amor. Y tu comprendes todo eso, incluso desde la distancia, y me meces en tu regazo tan fuerte, que con el calor de tu cuerpo me quedo dormido. Levitando.
Las ovejas nocturnas te acompañan toda la vida, son esas historias que dan vueltas por tu cabeza,son esas noches dando vueltas en la cama buscando un hilo conductor para dormirte, son los sueños y frustraciones que uno arrastra por la vida, son unas compañeras que dan motor y sentido a este juego y son unas paranoicas que te persiguen... hay que conocerlas
miércoles, noviembre 15, 2006
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2 comentarios:
"..necesito destruirme para crearme de nuevo. Necesito odiarme para quererme después, porque necesito tanto mi odio como mi amor..."
Se ha dicho..
q bonito el amor, oiga
vaya pedazo de concierto (y de cena!)
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