Las ovejas nocturnas te acompañan toda la vida, son esas historias que dan vueltas por tu cabeza,son esas noches dando vueltas en la cama buscando un hilo conductor para dormirte, son los sueños y frustraciones que uno arrastra por la vida, son unas compañeras que dan motor y sentido a este juego y son unas paranoicas que te persiguen... hay que conocerlas

sábado, junio 14, 2008

ARQUEOLOGÍA FUTURA

Era un jueves borroso en el calendario clavado con chinchetas en la pared. No lo tenía marcado porque no sucedía nada especial. El tiempo era equidistante entre si mismo y la velocidad real de su paso lento. Yo que en días vacíos me siento pequeña, pensé que estaría bien salir a dar una vuelta y comprar algo. Innecesario por supuesto.
Iba tranquila por la calle cuando vi a una pareja de ancianos dados de la mano que iban tirando cada uno del otro para conseguir llegar donde quisieran llegar.
No fue una ensoñación de querer verme a mí misma así, enganchada del brazo de alguien al que le cuento lo que me duele la cadera desde que me operaron, pero no sé, siempre despierta ternura ver a una pareja que han soportado el paso de las décadas entre ellos y siguen teniendo ganas de cogerse del brazo, aunque sólo sea por necesidad. Porque envidia en el fondo no siento. La eternidad muere en el instante en el que tiempo se agota entre dos personas. Puede ser que nunca se agote y se acabe del brazo de la otra persona, tirando de ella como tirando de su vida.

Al llegar a la plaza donde paraban todos los autobuses que me conectaban con el centro o con el extrarradio decidí seguir sola calle arriba hasta encontrar alguna de las calles comerciales que hay por la zona.
Todavía no había decidido que era exactamente aquello que quería comprar. A lo mejor no compraba nada y lo observaba todo, y me apetecía comprar todo, para luego no comprar nada. Todas eran posibilidades. Nunca descartaba nada cuando iba con la tarjeta de crédito en el bolsillo.

Sentada en un banco vi a aquel famoso presentador que durante varios años nos dio la tabarra con uno de esos infames realitys. Ahora los llamo infames, pero cuando estoy tirada en el sofá viendo la vida pasar, la compañía de su absurdo no suele estar de más. Hice como si no me fijara en él, pero claro una persona famosa debe tener algún tipo de síndrome o de paranoia de verse perseguido, observado y objeto de todo el mundo que hizo que se diera cuenta enseguida que le estaba mirando descaradamente. Obviamente, o no tanto, no saqué el móvil para hacerle una foto. Lo cual hubiera servido de souvenir del trayecto, pero la poca vergüenza que tengo la uso en casos como éste.

Doblé la esquina y seguía pensando en qué narices iba a gastar el dinero. No es que anduviese sobrada de él, pero a veces tenemos esa necesidad de gastar tonta y sin sentido que calma algo ahí dentro.

Además siempre me hubiera gustado que existiesen todos esos artilugios que aparecen en las películas para hacerme con alguno de ellos. Alguna invención tipo Regreso al futuro o menos sofisticado y sacado por ejemplo de los Goonies , cosas totalmente inútiles para vivir en sociedad, pero tan perfectas para saciar un apetito consumista e irremediablemente necesitado de cosas que jamás usaría.

Algo para parar el tiempo sería perfecto. No tanto para no hacerme mayor. Si no para entender mejor su anatomía. Mirando la enorme ola que crearía al pararse. Viendo su enorme existencia. Intuyendo un giro que desembocaría en el segundo siguiente. Una carrera de caballos incesante. Un beso que no termina y se extingue por la propia pasión que cesa. Una llama que guía a conocerlo. Deteniendo la sangre al fluir por las heridas, levitando en el espacio. Sin tiempo ¿la gravedad moriría? O ¿haría que al volver a funcionar cayera todo de golpe bajo la ola de segundos?. Se nos rasgaría la piel hasta deshacerse en agua. O se nos inflarían los pulmones de moléculas de aire que desaparecían al segundo siguiente. Entonces comprendía que deteniendo el tiempo observaría la arqueología futura sin necesidad de vivirla.

Fue cuando decidí comprarme un reloj.

(... de mi libro en ciernes desde hace año y medio, provisionalmente titulado, el cielo es rojo..)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jooo, que bonito, me ha molado un montón, sobre todo imaginandome las calles y las tiendas...

Y el resumen simplista es genial... "me compré un reloj"

Un besote