Hay válvulas de escape para todo. Hay una salida para la luz que se agolpa en la salida de mis ojos. Hay una salida para el cansancio que se apodera de mí, cada día un poco más. Porque es como una salida que da a otra puerta tras la cual entro en la misma habitación en la que cada pared, cada baldosa, cada segundo es un laberinto. Una habitación en la que las mismas situaciones y gestos se repiten una y otra vez delante de un espejo manchado de purpurina negra, que brilla, pero esconde un tenue dolor en su palabra.
Yo tengo el corazón manchado de esa purpurina, de esos destellos, de ese espejismo, por lo que a veces proyecto una imagen distorsionada de la soledad que cohabita en mi vida, como un hongo y un alga en un liquen. Me devora cada día un poco los ánimos y yo giro mi cuerpo hacia la luz, para transformar mi imagen en algo que no duela. Esos días estoy sereno y tranquilo. El problema es cuando no hay nada que reflejar y no hago más que girar y girar como una piedra en el fondo de un río, esperando la luz adecuada.
1 comentario:
pero las piedras giran??
con tarta purpurina pareces una prenda del bsk xDDD
cuando dices q vamos al rastro aqyomirecomotutecomprascosas?
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