No Me LLaMeS LaDRóN

Buscas cobijo, siempre buscas cobijo, bajo algo donde sentirte seguro, pero nunca encuentras realmente un lugar donde la lluvia no te moje. Y te sientes tan pequeño e indefenso, con alimañas rastreando alrededor, que decides que nunca más volverás a meterte por el bosque.
Siempre cada uno salía a su ritmo, a su borrachera y a su descontrol, pero nosotros tres no podíamos porque jugabamos a ser libres y ellos preferían tenernos atados. Piensas que son tus amigos, que cuidarán de ti, que no te harán daño, pero es todo una falacia y una mentira, porque tienes el valor de saltarte la barrera y coger un fruto del árbol que es de todos, pero se creen exclusivamente como suyo y se lanzan a por ti. Entonces tienes dos opciones o luchar o huir corriendo, o ninguna porque ninguna de las dos surte efecto ya, entonces decides patear el árbol, romperle y decirles adiós, porque no necesitas ya el cobijo de ninguno de ellos, porque te has cansado de que siempre sea la misma historia y de estar siempre del mismo lado. La palabra decepción perdió su fuerza hace tantos años, que ya lo único existente es indiferencia,pero el cansancio de sentirla hace que cierre la puerta por última vez.
Por cierto, los frutos del árbol los pagamos entre todos.