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Pensaba que teníamos libertad de expresión plena, que pese a que lo que dijesemos fuera más o menos aceptable teníamos la libertad personal de decirlo, siempre dentro de unos márgenes constitucionales y sin hacer apologías de sentimientos racistas ni ofensivos. También pensaba que teníamos derecho a la rectificación y meditar palabras dichas y poder corregirlas, dado que a veces la sangre no nos llega a la cabeza y no medimos el tono, que no el contenido, de las cosas que decimos.
Pero resulta que no, que a un artista por decir "me cago en la puta España" se le boicotea un espectáculo, que me da igual que sea en un centro público, que en uno privado. Que el censurar una obra de teatro por las declaraciones de su autor, corta las alas al derecho a la libertad de expresión... de todos, no sólo de él, porque lo que viene a decir estas actitudes es que o piensas como la mayoría y te portas bien o te callaremos limitandote los espacios para expresarte. ¿Por qué entonces nadie calla a Losantos? o porque no se censuran las opiniones homofobas y racistas. Simplemente se les insta a que modifiquen sus opiniones y pidan perdon, pero no se les realiza una cruzada revanchista.
Lo bonito hubiera sido que alguien hubiera replicado en un tono menos hortera que el del propio Rubianes sus declaraciones, que en su contenido pueden ser más o menos aceptables, el mismo matizó que se refiera a la puta España de la que se apropian los fascistas, que venden como centralizada, única y grande, pero no, lo mejor es provocar un conato de censura a sus palabras, olvidándose de que a los seres libres no los para nadie, por mucho que se empeñen los de siempre en creerse que aquí seguimos en los años cincuenta.
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