Aunque los lugartenientes del jefe aseguraran una y otra vez que el Congreso iba a fijar el diseño ideológico del partido, con voluntad hegemonista nacional e internacional, lo que realmente preocupaba eran los obstáculos previstos en los dos próximos años ante las dificultades de gestión económica y las previsibles luchas interiores para la sucesión anunciada. Aznar se siente más seguro de sí mismo que nunca y por eso dice más inconveniencias que nunca. Cuando en el pasado los especialistas en imagen trataban de corregir su casi absoluta impresentabilidad e irrelevancia, la gran esperanza morena de la derecha española hizo esfuerzos por sonreír encantadoramente y por ser angustiadamente gracioso. No lo consiguió, excepto en su relación con algunos lugartenientes, como por ejemplo Piqué, que siempre se lo ha reído todo y más que nadie. Ya escribí que con el tiempo, Aznar acabaría por aceptarse a sí mismo y que no debería ir por ahí con gesticulación postiza, sino plantarse tal como es. ¿Cómo es? Trágicamente antipático.
"La aznaridad" Manuel Vázquez Montalbán
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