Se rompió el motor y las dos nos miramos asustadas, el pueblo según nuestro mapa quedaba lejos y para colmo la conversación se había vuelto punzante desde que salimos de casa. Ella se bajó del coche, dio un portazo, cruzándose de hombros mirando el humo que salía del capó. Mientras yo, aburrida ya de tanta escena y tantas tensiones, decidí quedarme sentada, con las manos apoyadas en el volante, mirando hacia otro lado, para no cruzar mi mirada con la suya.
En la radio sonaba una canción de las Bangles y Ruth en otra ocasión buscada, decidió que se marchaba andando hasta el pueblo.La opción de llamar por teléfono a la asistencia técnica no pasó por su cabeza. Mucho más dada al drama y a los giros argumentales. Preferí ver como se iba. No necesitaba retenerla a mi lado de ninguna manera.
Por lo que esperé sola a que vinieran a remolcar el coche. Esperando no volver a verla nunca más.
Las ovejas nocturnas te acompañan toda la vida, son esas historias que dan vueltas por tu cabeza,son esas noches dando vueltas en la cama buscando un hilo conductor para dormirte, son los sueños y frustraciones que uno arrastra por la vida, son unas compañeras que dan motor y sentido a este juego y son unas paranoicas que te persiguen... hay que conocerlas
martes, mayo 05, 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Oye que bien te ha quedado... por qué no sigues así
Publicar un comentario